En el medio.

El centro.

¿Existe el centro como inclinación ideológica? Y si sí ¿Qué lo diferencia de la derecha o la izquierda? Dos preguntas que las últimas semanas han puesto a escribir a académicos y opinadores de todo el país con conclusiones particularmente dispares. La discusión es relevante más allá de implicaciones conceptuales, la negación del centro como lugar de identificación ideológica hace parte de las estrategias electorales de los costados. Y es una estrategia relevante, pues no solo la mayoría de los colombianos se autodenominan “de centro”, sino que hay un candidato que por ahora aparece en los primeras lugares de intención de voto para las presidenciales de 2022 que lo hace.

Este contexto es relevante porque puede explicar algo de la virulencia de esta discusión, sobre todo en redes. Más que añadir a lo que ya es una larga lista de columnas, notas y artículos sobre las especificidades ideológicas o no del centro, me gustaría resaltar un elemento que aunque ha sido nombrado en varias ocasiones es, digamos, “central” en la distinción: la posibilidad de la equivocación, la apertura al error y a nueva información.

Es decir, que si en los extremos todo son certezas, en la mitad hay espacio para las dudas. Esa probablemente sea la más significativa diferencia entre el centro, la derecha y la izquierda, así como la similitud entre estas últimas es lo difícil de convencerlos de lo contrario. Algunos llamaran a esta duda como tibieza o denunciarán lo que ven como “falta de carácter”, pero de inamovibles está también pavimentado el infierno. El centro se puede dejar convencer, se puede preocupar por las ideas según la evidencia que las soporte y la efectividad que muestre para resolver problemas y no, en su etiqueta. Esa es su gran ventaja e incluso atractivo para muchas personas. La política como el esfuerzo por hacer mejor la vida de las personas y no como la plataforma para promover una visión personal y grupal que tengamos del mundo.

Que todo esto presuponga un sistema liberal y democrático ya ha sido señalado por varias personas antes, pero esto tiene poco valor si en ese escenario no se reconoce la posibilidad personal del error y la posibilidad grupal de la equivocación. Es en la duda sobre las percepciones, valoraciones e ideas propias en donde el centro puede ganar en practicidad y efectividad a la hora de gobernar. Para quienes nos consideramos de centro y para quienes hacen política desde ahí, resulta fundamental que este no sea una característica menor de nuestras discusiones. El centro amanece todos los días en la apertura de aprender de los otros lugares, en la oportunidad reconocida de que desde las ideas tradicionalmente asumidas en derecha e izquierda puede haber pistas para resolver nuestros problemas colectivos. En la convicción de que su único inamovible es el compromiso con la evidencia, la deliberación, la democracia, la libertad y el Estado de derecho.

Aparte de esto, su única certeza es la duda.