Contribución al boletín «Efectos sanitarios, económicos y sociales por el COVID-19» de Proantioquia.

El boletín aborda varias cuestiones importantes de la reapertura, entre ellas las asociadas a la cultura ciudadana.

El pasado 1 de septiembre, mientras Colombia entraba con timidez a la etapa de reapertura de su economía y vida social, el boletín para el Consejo Directivo de Proantioquia abordó los retos que este proceso suponía para el país. Uno de los principales asuntos de ese proceso es la responsabilidad asumida por miles de empresas y organizaciones (además de los gobierno locales, por supuesto) de gestionar los comportamientos y el cumplimiento de las medidas de cuidado y bioseguridad. El boletín incluyó al final una nota en la que evalúo las perspectivas y necesidades asociadas a los procesos de cultura ciudadana y transformación cultural para enfrentar precisamente los desafíos presentados por la reapertura.

Pueden encontrar este y otras publicaciones hechas por Proantioquia en este enlace. Y aquí pueden acceder al boletín completo, incluida la nota «Cultura Ciudadana para momentos de reapertura».

Ideas urgentes para la cultura ciudadana de la reapertura

A la calle volveremos.

Todo parece indicar que el siguiente paso en el difícil trayecto de este año, en el históricamente terrible 2020, será la reapertura de la actividad económica y social (con controles) que se empezará a adelantar en las siguientes semanas. Me refiero a Colombia, pues otros países han adelantado, con resultados dispares, sus propias reaperturas en los últimos meses. Esto nos presenta enormes retos, según el Instituto Nacional de Salud (INS) los picos de contagios en Bogotá y Medellín aún estarían por llegar, aunque sea comprensible que la ahogada economía local necesite de un poco menos de presión en las válvulas de escape. La decisión, esa mezcla entre opciones regulares y malas que suele configurar la naturaleza de las decisiones públicas, se estaba convirtiendo en inevitable luego de cinco meses de encierro.

Frente a la perspectiva de reapertura en Medellín un punto fundamental es una apuesta robusta por abordar la cultura ciudadana. Por meses, algunas propuestas tímidas han combinado mensajes públicos con activaciones e intervenciones pedagógicas. Sin embargo, hay des conexión en esos mensajes y acciones y sobre todo, algo de timidez en confiar en la importancia de los comportamientos de las personas. El protocolo de bioseguridad mejor construido y el control de las autoridades más sistemático nunca podrá reemplazar el impacto en el cuidado de los contagios del cumplimiento y la cooperación voluntaria de las personas.

Esto también supone reconocer que esa apuesta renovada y robusta por la cultura ciudadana de la pandemia supera al Estado. Necesitamos que las empresas, organizaciones, negocios y ciudadanos de a pie que regresarán a sus actividades económicas y sociales nos juntemos en este esfuerzo colectivo por seguirnos cuidando. No solo nuestra salud está en riesgo, la misma sostenibilidad de la reapertura depende de esto. Si en unos días los contagios se disparan, todas las esperanzas puestas en la reapertura para solventar los problemas económicos en los que nos encontramos habrán sido para nada.

Ahora, lo importante no solo es reconocer la relevancia de que todos pongamos en estos esfuerzos, sino, que lo hagamos desde la seguridad de contar con buenas herramientas, conocimiento y apertura para promover y cambiar comportamientos. Adelantar acciones de cultura ciudadana partiendo de lo que sabemos sobre el diseño de mensajes, ideas sobre comportamientos de cuidado, conversaciones sobre cambio cultural en estos tiempos, los mismos desafíos tempranos de reabrir ciertos sectores, el marco de trabajo en cultura ciudadana en Medellín, entre otras muchas cosas.

Si hacemos todo bien, nos puede ir mejor de lo que sugeriría el pesimismo. Pero necesitamos ayuda: Estado local, organizaciones, empresas, todo el mundo se debe alinear hacia reforzar una agenda de cultura ciudadana, y hacerlo usando el conocimiento que tenemos sobre nuestros dispositivos culturales y disposiciones comportamentales. Sin eso, nos puede ir peor de lo que señala el optimismo. O incluso, mucho peor.

Desafíos de la reapertura

Señalización para el distanciamiento físico en el Sistema Metro.

Lo más difícil puede estar por venir. O al menos, eso parece. La reapertura de la economía y la vida social de los últimos días en Colombia (juntos a buena parte del mundo) luego de tres meses de cuarentena, aunque paulatina y esperable, no deja de suponer un reto enorme para el país. En otros lugares donde la reapertura lleva días o semanas, los contagios se han disparado. Que esto no sea sorpresivo no lo hace menos preocupante y, sobre todo, no debería subestimarse respecto a nuestras posibilidades de reducir y controlar la situación.

Gestionar una cuarentena total puede ser difícil y angustiante para los gobiernos nacional y locales, pero hacerlo con una invitación parcial al cumplimiento de nuevas normas, junto al desgaste y la fatiga que las semanas de encierro han implicado en los bolsillos y los corazones de las personas, presenta infinidad de problemas. Ahora, esto no solo tiene implicaciones para las autoridades; miles de empresas, entidades y organizaciones, desde la multinacional más grande, hasta la tienda de esquina más humilde, enfrentará el eventual retorno a la normalidad y dependeremos de cómo todos nos adaptemos a estas nuevas expectativas para que la reapertura sea tan manejable como la cuarentena.

Hay algunas pistas interesantes y probadas en otros contextos o abordando retos similares de comportamiento. Ideas y aprendizajes que las ciencias del comportamiento (la sicología conductual, la economía del comportamiento, la epidemiología conductual) pueden ofrecer para que las personas y organizaciones tomemos mejores decisiones a la hora de cuidarnos y prevenir el contagio por COVID-19.

En general, encargados de comunicación pública, institucional, salud pública o corporativa, entre todas las personas que por estos días lideran este esfuerzo de prevención, deberían tener en cuenta cuatro reglas generales del diseño de sus sistemas de prevención. Las acciones que adelanten deben ser sencillas, sociables, repetitivas y transparentes.

Sencillas porque es importante que los comportamientos deseados sean tan sencillos de realizar como sea posible. Esa facilidad debe ser física y cognitiva; mejor dicho, deben ser posibles de realiza y posibles de comprender. Esto supone no solo la señalización de lugares y momentos en donde ocurren estos comportamientos, también, encontrar lenguajes instructivos, visuales y ejemplificantes. La señalización debe ser visible para quién debe tener el comportamiento deseado, pero también para todos los demás, aprovechando un poco la expectativa colectiva del comportamiento.

Efectivamente, las intervenciones deben ser sociales en tanto las personas copiamos los comportamientos de los otros. La importancia de las normas sociales y la influencia social es fundamental en este caso. Eso también lleva a que se expliquen los beneficios sociales del comportamiento, como cuidar a otros, a nuestras familias, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo o estudio. Esto supone recoger información sobre el seguimiento de los comportamientos deseados de las personas de su entorno y usarla para comunicar los logros colectivos, ya sea el cumplimiento mayoritario o el incremento de este (“9 de cada 10 personas se lavan las manos cada dos horas”, “cada vez más personas usan la flexibilidad del teletrabajo para respetar el distanciamiento físico”).

La repetición de los mensajes ayuda también a reforzar esas normas sociales y sobre todo, puede ayudar a evitar confusiones. No podemos dar por sentado que todas las instrucciones o medidas son claras para todos y menos, subestimar el poder de los pequeños recordatorios. Esto supone establecer mecanismos de recordatorios insistes se esos comportamientos deseados, aunque hay que evitar el exceso, en este caso es mejor pecar por él que por defecto. Resulta conveniente en este caso pensar también muy bien lo lugares y momento en los que esos mensajes llegan, un mensaje de texto que recuerda sobre la conveniencia del distanciamiento físico puede ser más pertinente un viernes en la tarde, que un miércoles en la mañana.

Finalmente, todo lo anterior no sirve de mucho si las personas no confían en el enunciador y tienen dudas sobre la veracidad de la información. Las acciones y la información de la organización sobre el manejo de la pandemia y las medidas tomadas deben ser tan transparentes como sea posible y conveniente. En esto es clave señalar que no solo el Estado tiene esta responsabilidad de contar lo que hace y las organizaciones privadas también pueden ver beneficios en contarle a sus empleados y colaboradores lo que están haciendo. Es probable que las personas se sienten mucho más inclinadas a seguir las instrucciones de una institución en quién confían que una para la que tienen reservas.

Ahora bien, entiendo que todo lo anterior son generalidades y que en ocasiones el paso que termina faltando en este tipo de escenarios es el momento en que podemos definir acciones específicas.  Al respecto, el Centro de Análisis Político y la Maestría en estudios del comportamiento de la Universidad EAFIT está poniendo a sus profesores e investigadores al servicio de quién los necesite, en la convocatoria de su primer Consultorio Abierto. Si su organización (grande o pequeña, pública o privada) tiene necesidad de diseñar y poner en práctica acciones que promuevan el cuidado propio y mutuo en esta coyuntura, pueden aplicar en este enlace y acercarse a la posibilidad de tener una sesión de asesoría.

Entre todos tenemos que pensar en las mejores maneras de abordar estos desafíos; encontrar y unir todo el conocimiento a disposición para que la reapertura no nos supere y evitemos tener que regresar al encierro.