Un compromiso por la reciprocidad lógica.

Una idea importante: la reciprocidad lógica.

¿Cuándo fue la última vez que usted le dio la razón a alguien en una discusión? Es decir, el momento en el que luego de una discusión (sin importar el tono o firmeza de las posiciones) escuchamos los argumentos contrarios, evaluamos su validez y consideramos su posición, y al final, concedimos que algo o mucha de la razón, estaba en nuestra contraparte. Esto no solo es poco común, es difícil, y puede explicarse por algunas razones como las disonancias cognitivas, las lealtades de grupo, la polarización política, entre otros. Pero hay un elemento que en su simpleza en ocasiones es obviado de la revisión sobre porqué nuestras conversaciones pueden parecer cerradas o complejas.

Estanislao Zuleta señalaba en varios lugares, incluido su «Elogio a la dificultad», la importancia para los espacios deliberativos de la presencia de «reciprocidad lógica», esto es, la idea de otorgar a la contraparte de una discusión la confianza sobre la validación de sus motivaciones, la sinceridad de sus intenciones y la convicción en sus argumentos. Es decir, reconocer en el otro a un igual argumental, potencialmente tan convencido como nosotros, tan juicioso y bien intencionado (así esté equivocado o defiendo algo con lo que no estemos de acuerdo) que nosotros mismos.

Así, cuando no reconocemos la reciprocidad lógica, es porque «preferimos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados» (Zuleta, 2020, p. 20). El pedido popular en las discusiones colectivas de «respeto» por la contraparte es insuficiente, aunque sea necesario. Otorgar la reciprocidad lógica plantea la apertura de reconocer que la posición contraria se basa en presupuestos y argumentos de igual calidad que los nuestros, así, al final, estos no sean ciertos o no nos convenzan. Sin ese reconocimiento toda conversación es un fracaso anunciado, un intercambio de monólogos entre paredes.

Todo esto nos ayudaría a reformular un poco la pregunta del inicio, es decir: ¿Cuándo fue la última vez que usted le otorgó reciprocidad lógica a las ideas de alguien en una discusión?

Referencias:

Zuleta, E. (2020). Elogio a la dificultad y otros ensayos. Bogotá: Ariel.

Pluralismo y conversación.

La promesa más importante que nos hace la democracia es la de la convivencia plural. Es decir, la posibilidad -extrañísima por casi toda la historia humana- de que personas de grupos y con ideas diferentes (algunas absolutamente distintas, antagónicas) puedan vivir juntos, prosperar y sobre todo, evitar el uso de la violencia para resolver sus disputas. Esta promesa es fundamento democrático y a la vez, beneficio de su buen desarrollo. Un mecanismo fundamental que propicia y garantiza la democracia liberal es la posibilidad de esa conversación plural que resuelve problemas, define políticas, toma decisiones y evita la violencia.

Ahora bien, conversar con alguien, en particular si sostiene una posición contraria a la nuestra, no supone reconocer en esa posición verdad, en ocasiones, ni siquiera validez. También lo insostenible tiene que ponerse de manifiesto para poderse escuchar, entender y dado el caso, desentrañar argumentalmente en el objetivo de persuadir a alguien o incluso, de llevarlo a moderar sus ideas y posiciones, de dudar de sus certezas. Pero la democracia no se puede dar el lujo de dejar sin decir las cosas, no puede permitirse que las ideas problemáticas y tensiones latentes supuren por la falta de airear las diferencias.

Pero un paso fundamental para esa discusión sincera es la humildad propia con la que nos aproximamos a debates y conversaciones. Hay algo asustador en las personas llenas de certezas; creo que deberíamos valorar mejor la inseguridad de ideas y opiniones, porque en la duda puede estar la prudencia que en ocasiones diferencian la deliberación democrática y pluralista, de la pelea en la que nadie escucha y nadie habla realmente. Esto no es sencillo, primero, porque los extremos suelen estar sobrerrepresentados en la conversación pública que se da en medio sociales, esto tiene el efecto de espantar a muchos moderados de involucrarse, pero además, crean la representación que las posiciones son más irreconciliables de lo que realmente son. Segundo, porque así como lo señala Jonathan Haidt en «La mente de los justos», nuestras ideas y opiniones no son solo eso, son características de identificación moral que nos acercan a nuestro grupo de referencia y nos ciega frente a cualquier posibilidad de dudar de ellas.

Ahora, esa dificultad no hace imposible, y mucho menos indeseable, la conversación sincera como esfuerzo social, ¡todo lo contrario! La conversación sincera y pluralista es deseable para una democracia porque puede evitar que los problemas y las tensiones se conviertan en violencia (o puede permitir que dejen de hacerlo) y permite afinar las ideas, ofreciéndolas a la firme revisión y ajustes de los que les encuentran problemas. Por esto, en momentos terribles como el que actualmente atraviesa Colombia, resultan tan valiosas las invitaciones a revisar lo que podemos mejorar en nuestros procesos de acuerdo y desacuerdo político. La Universidad EAFIT, por ejemplo, ha señalado recientemente la importancia de aprovechar estos momentos críticos para “cultivar la democracia” (un metáfora muy bonita y potente). Otras instituciones de educación superior del país, además de organizaciones, grupos, e incluso empresas del país han asumido retos similares.

En medio de las manifestaciones masivas, los abusos de la policía y la respuestas entre descuidada y excesiva en violencia del gobierno nacional, puede resultar difícil para algunas personas hablar de diálogo, conversación, incluso debate o discusión. Pero al final, ese será el escenario (al menos el que nos ayude a avanzar en nuestra democracia) en el que intentaremos resolver los problemas que estamos enfrentando. Al fin de cuentas, esa es siempre ha sido la promesa.

Capítulo «Educar en la duda» en Tiempo de Magia.

Hace algunas semanas estuve conversando con Juan Sebastián Lobo, mago y presentador del video podcast «Tiempo de magia», sobre mis trabajos e investigaciones en cambio cultural, comportamiento ciudadano y en particular, sobre la importancia de usar la duda propia y general para enfrentar algunos de nuestros problemas actuales. Hay algo de magia en la entrevista además, que siempre es una dicha, e ideas bastante interesantes. Aquí lo pueden ver completo:

Participación en «¿Cómo desvincularnos de las conductas violentas?».

El pasado viernes 2 de octubre tuve la oportunidad, gracias a la invitación de las Secretarías de Cultura Ciudadana y Educación de la Alcaldía de Medellín, de participar del conversatorio «¿Cómo desvincularnos de las conductas violentas?» de la programación de la Semana de la Convivencia de la ciudad. Las ideas giraron entorno a la posibilidad de desarrollar una agenda de no-violencia y construcción de confianza y el papel del capital social en la prevención de la violencia y la promoción de la convivencia. En este video pueden ver el conversatorio completo:

Entrevista sobre cultura ciudadana con «C3- Colegio de Ciencias del Comportamiento».

El pasado 14 de septiembre conversé con Carlos Naranjo de C3-Colegio de de Ciencias del Comportamiento sobre cultura ciudadana, la emergencia del COVID-19 y las perspectivas de cambio e intervención que el enfoque puede señalar para gobiernos y organizaciones. Aquí pueden ver la conversación completa: