Capítulo: Sobre la agenda de cultura cívica.

Este texto recoge las ideas sobre la comprensión de la cultura cívica como posible agenda de trabajo académico y social humanista, señala las implicaciones conceptuales de asociarla a la convivencia ciudadana, revisa su pertinencia en esta época de crisis acumuladas pues permite verlas a la luz de las perspectivas que ofrecen los estudios del comportamiento o las normas sociales, y finaliza con algunas discusiones relevantes para el futuro.

Pueden leer todo el capítulo aquí:

Capítulo: Confianza en construcción.

¿Deberían las empresas confiar en las personas? O mejor ¿deberían preocuparse por cómo se hacen confiables para las personas? O incluso ¿deberían implementar ajustes en la forma cómo funcionan sus negocios para que las personas confíen más en ellas? Evidentemente, la respuesta a estas tres preguntas es «sí». La confianza, ingrediente no tan secreto del éxito de las democracias liberales de mercado, resulta fundamental para un montón de interacciones sociales, incluidas, las transacciones comerciales. Sin confianza, o con poquita confianza, las sociedades funcionan de alguna manera como atrofiadas: son lentas, injustas, corruptas. La confianza permite superar barreras de cooperación, establece beneficios colectivos y mejora los procesos de decisión común.

Las empresas, evidentemente, deberían ponerle atención a la confianza como variable social. Ese es en parte el principal argumento de este libro, «Confianza en el siglo XXI», que incluye el capítulo «Confianza en construcción: ideas desde la revisión de casos y experiencias de confianza empresarial». El capítulo reúne experiencias de construcción de confianza agenciadas por empresas de todo el mundo y los enmarca en una aproximación de pilares de confianza que señala agendas posibles para las organizaciones que quieran replicarlas y trabajar en sus lazos de confianza con las personas y en la confianza general de su sociedad.

Aquí pueden leer el capítulo completo:

Libro: Ideas sobre el servicio público en Colombia

Llevo un par de años escribiendo este libro. Buena parte estaba listo cuando dejé el servicio público en 2020, pero los últimos dos años sirvieron para ajustar, ampliar y lograr un diseño que recogiera de manera suficiente el objetivo del texto. «Ideas sobre el servicio público, para nuevos políticos y servidores públicos en Colombia» es un libro que pretende contribuir a la conversación sobre la necesidad de la ética y los valores en las variables relevantes de las personas que quieren hacer o ya hacen parte del Estado. Habla sobre reflexión propia, responsabilidad, humildad y búsqueda de la concordia, entre entras cosas, y echa mano de algunas lecturas personas en filosofía política e historia para señalar diez ideas sobre cómo podríamos tener (y ser) mejores servidores públicos para el país.

Si les interesa leerlo, esta es la versión digital:

Libro: Promesas mutuas. Conversaciones sobre normas sociales y prosocialidad.

Mazo-Zapata, J. y Silva, S. (2022). Promesas mutuas. Conversaciones sobre normas sociales y prosocialidad. Editorial EAFIT – Comfama.

Este libro es el resultado de lecturas, conversaciones y reflexiones. Su misma concepción fue un acompañante silencioso durante los primeros meses del grupo de estudio, pero una certeza sobre la experiencia colectiva de participar de los análisis e intercambios cuando por fin nos pusimos el objetivo colectivo de construirlo. No fue la motivación inicial o principal del escenario de estudio y deliberación, pero determinó buena parte de su camino final en la segunda mitad de 2020. El libro recoge las interpretaciones grupales, las discusiones colectivas y el trabajo específico adelantado por los participantes del grupo de estudio.

Aquí pueden comprarlo: ExLibris.

Y aquí pueden leer el estudio introductorio:

Libro «Sembrar cultura, recoger legalidad».

Portada del libro.

¿Podemos reconocer los atributos prosociales de las comunidades mineras como punto de partida en la posibilidad de vincularlos a los procesos de legalidad sobre la economía minera? ¿Qué estrategias, campañas, ejercicios de cambios institucional y empresarial pueden ayudar a que este proceso -por supuesto, complejísimo- pueda seguir establecimiento puentes estables entre la informalidad de la explotación minera y el desarrollo de sus regiones? Este libro aborda estas cuestiones, explora las dinámicas sociales y comunitarias que señalan los límites de las agendas de promoción de legalidad en regiones mineras y a la vez, las oportunidades presentes en el capital social, las normas sociales y los mismos procesos asociados a la minería para consolidar ese proceso. En el proceso, propone mecanismos comportamentales de promoción de la legalidad y contribuye a la comprensión de la relación entre ley y sociabiliad en las regiones definidas por su economía minera.

<object class="wp-block-file__embed" data="https://preguntasycomentarioscom.files.wordpress.com/2021/11/libro.sembrarculturarecogerlegalidad.pdf&quot; type="application/pdf" style="width:100%;height:600px" aria-label="Incrustado de <strong>Libro "Sembrar cultura, recoger legalidad: Comportamiento, vida cotidiana y acción colectiva".Libro «Sembrar cultura, recoger legalidad: Comportamiento, vida cotidiana y acción colectiva».Descarga

¿Se puede salvar la democracia liberal capitalista?

El libro «Democracia y Libertad: una conversación contemporánea» de Jorge Giraldo.

Lo primero es señalar que hay una crisis. Reconocerla o al menos, reconocer que hay muchas personas (académicos, políticos, líderes sociales y económicos) que señalan que el entramado institucional de Occidente, esto es, la democracia liberal capitalista, muestra señales de profundos problemas en las últimas décadas. En el libro «Democracia y libertad: una conversación contemporánea» el profesor Jorge Giraldo reconstruye esta sumatoria de alarmas y perfila las preocupaciones respecto a que nos encontremos en un momento de agotamiento de la democracia, expresado en agotamiento y desconfianza en su pluralismo, el liberalismo, asediado por el populismo y las tentaciones de la supuesta efectividad autocrática, y el capitalismo, deformado en sus excesos financieros y resentido por su incapacidad para distribuir de forma equitativa sus réditos.

El libro no solo incluye textos de Giraldo, sino que reproduce un ensayo publicado en la revista The Economist por sus 175 años que revisa y señala los retos presentes para el liberalismo contemporáneo. La revista británica es depositaria de una tradición liberal que se remonta al motivo de su fundación: la oposición al establecimiento de aranceles a la importación de grano que afectaba el precio de los alimentos en su país, buscando beneficiar a los terratenientes locales. El espejo de la historia supone que las razones del liberalismo son muy diferentes a ese hecho y sin embargo, suficientemente parecidas en la actualidad.

Pero el escrito más interesante de todo el libro es la misma introducción que realiza Giraldo y en la que plantea, entre otras cosas, “cuatro insinuaciones” para un proyecto político decente en estos tiempos de crisis, sobre todo, en clave de contener a los retadores del orden liberal democrático y en el espíritu de repensar las conversaciones, agendas y movimientos políticos que asumen su defensa, en particular, en Colombia. La primera insinuación se refiere a la ruptura (sin aspavientos o matices) con la violencia como medio político. Esto supone no solo la distancia, sino la denuncia explícita y sistemática de cualquier forma de interacción que afecte la concordia en la comunidad política. La segunda es el compromiso, en ocasiones costoso, con el pluralismo. Es decir, los esfuerzos de diálogo y negociación que privilegie los acuerdos, compromisos y equilibrios difíciles como forma de la política, y la resistencia cualquier tipo de imposiciones. La tercera es la moderación, como respuesta a la tentación de los extremos, pero también como fórmula operativa del pluralismo. Moderación para las decisiones, duda propia en los líderes, sus trabajos y ambiciones, y un compromiso por la cultura del ensayo y error como oportunidad de las acciones públicas. Y la cuarta, la comunidad política decente, entendida como la preocupación de las decisiones públicas y los acuerdos colectivos por no hacer daño. Por no aceptar daños parciales o falta de daño para muchos, pero no todos. Una comunidad que asume su compromiso sustancial por no dañar.

Estas cuatro insinuaciones tienen implicaciones filosóficas, sobre el reimpulso del liberalismo democrático de mercado, pero también, supone reconocer su influencia sobre asuntos prácticos. Esto es, introduce la relevancia de un liberalismo incómodo, activo, que se aleje de los cómodos escenarios de poder y élite, señale las políticas necesarias y los ajustes fundamentales para responder a preocupaciones de las personas y las frustraciones sociales que dan combustible a sus competidores. También nos obliga a asumir activamente al defensa de sus principios, de las ideas que damos por sentado y de los sistemas que parecen inamovibles.

Reconocer la crisis, asumir la responsabilidad, aventurar soluciones.

Tomadores de decisión que se “juegan la piel”.

El libro.

¿Quiénes toman las decisiones más importantes en una sociedad? ¿Esas decisiones, si llevan a errores o provocan una tragedia, qué tanto afecta a esos tomadores de decisión? ¿Están arriesgando ellos también cuando reducen el presupuesto de una política pública de niñez, determinan la inversión de un fondo de pensiones, sugieren continuar una guerra (o buscar la paz), que las personas directamente afectadas por esa decisión?

La respuesta del financiero y ensayista Nassim Nicholas Taleb en su libro “Jugarse la piel” es que, en general, no. Y esto es un profundo problema de nuestras sociedades. Porque muchos personajes importantes (políticos, empresarios, líderes sindicales, periodistas, entre muchos otros) definen buena parte de lo que nos pasa sin tener realmente riesgos compartidos en esas decisiones; esto es, sin que los efectos adversos de un desenlace inconveniente los toque realmente. Esta falta de responsabilidad efectiva en las desgracias del mundo los convierte en una especie particularmente despreciado e inconveniente de “freerider”.

La preocupación de Taleb va a los escenarios en los que personajes que no se juegan la piel toman decisiones fundamentales para muchos otros. Y a la vez, a la disposición ética personal de ser recelosos de no tomar decisiones nosotros mismos sin jugarnos la piel. En el manifiesto de The Economist por el re impulso a los principios del liberalismo se señala algo similar, el ascenso en las últimas décadas de “dos clases: los que hacen y los que reciben el impacto de esos actos, los que piensan y quienes son objeto de los estudios, los que toman decisiones y los que padecen sus consecuencias” (2018[2020], p. 78).

La idea supera el “riesgo compartido”, que puede ser la defensa de muchos financieros que toman decisiones con los ahorros de sus clientes, aunque, dirían ellos, su reputación en la línea. Taleb denuncia como insuficiente el riesgo compartido, en particular cuando está mediado por mecanismos, reglas de juego y sistemas políticos en los que supuestamente “arriesgan mucho” no lo hacen tanto. “Jugarse la piel” es entonces no solo hacer las cosas bien, sino hacer siempre lo correcto, incluso, cuando implica riesgos y costos. Supone la disposición activa de establecer una ética recíproca de los errores individuales y colectivos.

Por estos días difíciles, en los que la desconfianza en el sistema y sus representantes abunda y los esfuerzos por asumir la asimetrías de nuestros riesgos son escasos, nos caerían bien más tomadores de decisión que se jueguen la piel.

Referencias:

Giraldo, J. (2020). Democracia y libertad: Una conversación contemporánea. Medelín: Lecturas Comfama.

Taleb, N.N. (2019). Jugarse la piel: Asimetrías ocultas en la vida cotidiana. Bogotá: Editorial Planeta.

Capítulo en «Co-crear la cultura ciudadana: Apuntes conceptuales y taller de ideas».

La portada de la publicación.

Durante los últimos meses de 2020, el Laboratorio de Cultura Ciudadana de Medellín, iniciativa de la Alcaldía de Medellín y la Universidad EAFIT, estuvo trabajando con los equipos de trabajo de la Secretaría de Cultura Ciudadana y otras dependencias de la administración municipal en agendas de trabajo que desde la Política Pública de Cultura Ciudadana y el Plan de Desarrollo Municipal se plantean urgentes. El enfoque de cultura ciudadana, sus puentes con las ciencias del comportamiento y las metodologías de diseño cocreativo de intervenciones, campañas y mensajes, fueron las conexiones para desplegar esta agenda de investigación y práctica.

Uno de los resultados de este trabajo es la publicación «Co-crear la cultura ciudadana: Apuntes conceptuales y taller de ideas», que recolecta las principales conclusiones de los talleres de ideas adelantados por el equipo y algunas reflexiones conceptuales. En una de estas últimas, «Un laboratorio para pensar la cultura ciudadana de Medellín», abordo los retos de implementación -en particular sobre coordinación y priorización de acciones- y las oportunidades que la interdisciplinariedad y el sesgo prosocial pueden señalar para la laboratorio y la ciudad.

Aquí pueden consultar la publicación del Centro de Análisis Político de la Universidad EAFIT al respecto y descargar el texto completo.

Y aquí pueden descargar mi capítulo:

¿Por qué hay tanta corrupción en Colombia?

Democracia feroz de Gustavo Duncan (2018).

Esta semana terminé de leer «Democracia Feroz» de Gustavo Duncan (2018). El libro busca esclarecer un fenómeno particular de la democracia colombiana: las limitaciones que tiene la sociedad civil y la ciudadanía del país para regular y castigar a una clase política particularmente corrupta. Esto resulta llamativo porque, como señala Duncan, la democracia colombiana reúne muchos elementos de lo que idealmente supondría una versión liberal y moderna, desde un diseño institucional con pesos y contra pesos y un sistema electoral con buenas pretensiones de representatividad (en particular luego de la Constitución del 91), una prensa mayoritariamente libre y sobre todo a nivel nacional, relativamente independiente de los poderes políticos, y poblaciones urbanas, educadas y políticamente activas en muchas de las ciudades grandes y medianas del país.

La respuesta de Duncan para esta pregunta pasa por dos argumentos principales. El primero, la relación histórica entre clientelismo, narcotráfico (y paramilitarismo) y la clase política, sobre todo regional, del país. La segunda, la naturaleza informal de la economía colombiana y la necesidad de esta (como de las economías ilegales) de gozar de protección de parte de la clase política. La corrupción en este escenario es solo la moneda de cambio mediante la que se concretan los beneficios del intercambio de esta «mercancía política». Así, el hecho de que más de la mitad de los trabajadores colombianos se desempeñen en la informales y en los eslabones asociados a actividades ilegales como el contrabando, la piratería o el mismo narcotráfico, limita las opciones de oposición de la población a los política capaces de proteger esas economías, pero también los vuelve susceptibles de entrar a hacer parte de las clientelas de los políticos, los contratistas o los dueños de estos negocios.

El libro sugiere la relevancia de asuntos culturales, tanto de la forma cómo nos gobernamos y concebimos la política, como de las formas de asociación a la ley, aunque no son su principal puntos de interés. Leyéndolo, sin embargo, es inevitable pensar en qué elementos de las valoraciones de los ciudadanos colombianos pueden estar contribuyendo a nuestra torpeza a la hora de regular a la clase política. Propongo dos inicialmente: la normalización de la corrupción política y la disonancia cognitiva sobre ideas políticas.

Por normalización me refiero al hecho de que existe una creencia en buena parte de la población colombiana de que «todos los políticos roban». Algunos datos lo sugieren. En la Encuesta de Cultura Ciudadana de Medellín de 2019 el 83% de las personas estaban de acuerdo con que «más de la mitad de los funcionarios públicos eran corruptos», en las otras ciudades donde se ha hecho la encuesta este porcentaje es del 87%. No sorprende que en la misma encuesta, solo el 8% de los encuestados en Medellín confíen en «los políticos» y en las otras ciudades, el 5%. En la Encuesta Mundial de Valores de 2019, solo el 2,6% de los colombianos señalaron que ninguna de las autoridades públicas estaban libres de corrupción.

Esto supondría una idea generalizada de que los “políticos roban” y de que la política como labor es inseparable de algún grado de beneficio personal por encima de la conveniencias públicas. Esto no solo puede actuar sobre votantes y ciudadanos que parecerían anestesiarse contra noticias sobre algunas cosas “menores” o esperables del quehacer político, pero también crear un entorno de normas sociales para los mismos políticos, respecto a lo que es esperado y deseable y lo que no, en su trabajo. De esta manera, el “todos lo hacen, por tanto no está tan mal” funcionaría hacia dentro y hacia afuera, en algún grado, de la política.

El segundo asunto intentaría explicar la razón por la que una persona defiende a un político acusado o condenado por un acto de corrupción y del que no recibe ningún beneficio directo (en la forma de protección o recurso material vía clientelismo). Esto puede explicar el apoyo que muchos políticos que basan su poder en las formas tradicionales y novedosas de la corrupción tienen en grandes ciudades o incluso, en el llamado «voto de opinión». Aquí podríamos decir que algo de ese apoyo, y en particular de esa defensa, se presenta por fenómenos de disonancia cognitiva respecto a las ideas y apoyos políticos. Para este tipo de disonancia, la polarización y los medios sociales son los mejores aliados. La primera caldea el ambiente de la discusión pública y «une» mucho más cada facción respecto a tener la razón y a que los demás estén equivocados. Los medios sociales permiten intercambiar información parcial y beneficiosa solo para un lado (al igual que información falsa o que pone en duda la información oficial o de medios tradicionales), como nunca antes.

Duncan termina el libro llamando a una agenda de abordaje de la corrupción en el reconocimiento de lo que funciona, investigación independiente de medios, presión de la sociedad civil, y de lo que es necesario que pase, en particular la inclusión y amansamiento de los amplios sectores de economía y política colombiana en la informalidad. La comprensión de los elementos culturales y conductuales asociados también suponen un paso adelante sobre una agenda siempre urgente y fundamental para estos años de cambio en Colombia: la lucha contra la corrupción.

Capítulo «Reglas, mesas y confianza: fortaleciendo la apuesta institucional de cultura ciudadana en Medellín».

Una escena cotidiana en la comuna 13- San Javier en Medellín.

Durante el periodo 2016-2019 el Laboratorio de Cultura Ciudadana de Medellín adelantó investigaciones aplicadas y revisiones sistemáticas de experiencias e intervenciones en programas y acciones de cambio cultural en la ciudad. Su misión era, principalmente, acompañar las reflexiones y aproximaciones académicas de la Secretaría de Cultura Ciudadana y su subsecretaría de Ciudadanía Cultural respecto a herramientas fundamentales para abordar problemas públicos de corte comportamental. El Laboratorio, producto de una alianza entre la Alcaldía Municipal y la Universidad EAFIT produjo en el curso de su trabajo varios textos que recogían sus hallazgos y le proponían a la ciudad agendas relativas a sus preocupaciones.

En 2017 publicó el libro «Imaginarios comunes, sueños colectivos y acciones ciudadanas: Pensando Medellín en clave de cultura ciudadana, derecho a la ciudad e innovación pública», segundo resultado de la agenda de investigación del Laboratorio, que reunía diferentes reflexiones académicas e institucionales sobre el abordaje del cambio cultural desde las intervenciones del gobierno municipal y sus conexiones con las agendas de transformación social de los territorios de Medellín desde organizaciones y grupos sociales y culturales.

En el capítulo «Reglas, mesas y confianza: fortaleciendo la apuesta institucional de cultura ciudadana en Medellín» reseño las generalidades del libro (a modo de introducción) y reviso algunos retos y oportunidades de la gestión de la cultura ciudadana en Medellín; reflexiones que vendrían muy bien durante los dos siguientes años en el proceso de formulación de la política pública de Cultura Ciudadana de Medellín.

Aquí pueden leer el capítulo: