Sobre la necesidad de la exploración espacial.

Una emoción que nos regresó a muchos a la niñez rodeó el lanzamiento del cohete Falcon de la misión SpaceX el pasado 30 de mayo. Histórico en tanto el primer cohete de construcción privada que llevaba astronautas a la Estación Espacial Internacional y el primer lanzamiento en casi 8 años que se realizaba desde suelo estadounidense. Pero es innegable que más allá de estas consideraciones, hay algo en los trajes de ciencia ficción de los valientes astronautas, la sala de control de la misión llena de contenido entusiasmo, la plataforma que expulsa vapores y nerviosismo, y el emocionante conteo para el despegue que a muchos nos llena de aventurera alegría. La exploración espacial es probablemente de las empresas humanas más bonitas, emocionantes, esperanzadoras.

Lanzamiento del cohete Falcon de la misión SpaceX.

Ahora, no todos pensamos así. Las redes sociales se plegaron en general al entusiasmo del despegue de la misión SpaceX, pero pudimos ver también revivir de las cenizas de las buenas razones una crítica común a la exploración espacial: su utilidad y “alto costo” respecto a problemas más apremiantes y urgentes de los seres humanos.

Porque siempre que hay un nuevo hito espacial como este se recicla esta crítica común pero descuidada a los esfuerzos de exploración espacial de la humanidad. Según esta idea, los recursos usados para el nuevo cohete, al nuevo trayecto, el experimento novedoso en la Estación Espacial Internacional, la pretensión de volver a la Luna y una eventual misión tripulada a Marte, estarían mejor en algo “útil”, que por qué “con tanta pobreza” en este mundo, nos gastábamos la plata en esas cosas innecesarias.

Este argumento tiene tres problemas. El primero se refiere a lo que se consideraría la facilidad del intercambio de destino del recurso. Es decir, asumir que el tema es tan simple como coger plata de una cosa y usarla para otra. Esto desconoce mucho de la forma cómo los gobiernos, las sociedades y ahora las empresas, definen cómo usan sus recursos y los efectos que el uso de esos recursos tiene sobre otros asuntos. No solo eso, también supone pretender que hay otro montón de usos innecesarios de los recursos comunes que podrían redirigirse a, por ejemplo, el apremiante problema de la pobreza, como el entretenimiento y muchas preocupaciones de investigación científica que no deben tener aplicaciones necesariamente útiles para este problema.

El segundo problema de esta crítica se refiere a la subestimación de los efectos sobre la tecnología y prosperidad económica consecuencia de los desarrollos espaciales. En general este sería el mejor de los argumentos utilitarios de la exploración espacial, pero es que la lista no solo es larga, sino sustancial por los efectos sobre la calidad de vida de las personas de estos desarrollos. Así, las tomografías axiales computalizadas, las luces LED, los sistemas de purificación de agua, la comida congelada y deshidratada, los detectores de humo, las prótesis biónicas, la fórmula para bebes, entre mucho otros, la conforman. Ahora, todo esto supone dejar de lado el conocimiento que hemos ganado sobre nuestro mundo y universo, la exploración del espacio nos ha permitido conocer muchísimo más del planeta que habitamos, su sistema solar y la mecánica del espacio.

Una adenda a este segundo problema tiene que ver con la ciencia y el conocimiento valorado solo por la utilidad económica que produce. Incluso si ignoramos los réditos económicos directos de los desarrollos tecnológicos asociados a la exploración espacial, se podrían justificar en la necesidad humana de conocer más sobre el universo. Siguiendo esa crítica hasta el extremo ¿para qué gastar dinero en observatorios astronómicos, facultares de física, estudios en ingeniería aeroespacial y cualquier otra de las disciplinas que supuestamente no nos ayudan a resolver problemas terrestres?

El tercero es probablemente el menos importante, si se compara con los anteriores, pero no es por eso menos relevante para esta discusión: la posibilidad de inspiración y superación de nuestras limitaciones como humanidad que suponen las misiones espaciales y todo lo que se asocia a su desarrollo. Señalaba el genial divulgador científico Carl Sagan en Cosmos que “la atracción que sentimos por los lugares remotos ha sido moldeada meticulosamente por la selección natural como un elemento esencial para nuestra supervivencia”. Que somos exploradores, necesitados de conocimiento y aventura, inspirador por siempre por nuestra insaciable curiosidad.

Y que de esa necesidad de comprender el mundo está también hecha la humanidad y ese cohete. Y ese cosquilleo en el estómago que nos dio a mucho su despegue.

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